¿Cómo se trata el síndrome de Fatiga Crónica? Una vez que el diagnóstico, surge la pregunta:
¿Cómo se cura el síndrome de Fatiga Crónica?
Lo primero que debes saber es que actualmente no existe en el mundo ningún tratamiento que cure el síndrome de Fatiga Crónica. No existe ningún fármaco aprobado por la agencia del medicamento, ni hay un protocolo de tratamiento estandarizado.
Aunque sí existen diversidad de tratamientos que ayudan a disminuir los síntomas con mayor o menor éxito. Algunos han demostrado durante ensayos clínicos controlados ser eficaces en la reducción de los síntomas.
Puesto que, como hemos indicado con anterioridad, no existe un tratamiento curativo, el objetivo se centra en paliar los síntomas de la enfermedad. Por desgracia una persona con síndrome de Fatiga Crónica puede desarrollar más de 100 síntomas diferentes, ya que afecta al sistema nervioso, al inmune y al endocrino. Además, es importante destacar que, a pesar de que hay características comunes, cada persona va a desarrollar distintos síntomas y distintas enfermedades comórbidas.
Varios estudios demuestran que la forma más adecuada de tratarla es mediante un enfoque multidisciplinar y personalizado.
¿Cómo se cura el síndrome de Fatiga Crónica de forma multidisciplinar?
Tiene que realizarse por un especialista en la enfermedad que valorará en cada caso individual prescribir todas o algunas de las siguientes pautas:
- Fármacos
- Cambios en la dieta
- Realización de ejercicio adaptado
- Intervención psicológica
- Rehabilitación
- Reducir el malestar postesfuerzo
- Acudir a una asociación de pacientes
Fármacos
Actualmente no existe ningún fármaco aprobado por la Agencia del medicamento para el tratamiento del síndrome de Fatiga Crónica. A pesar de ello, se utilizan varios fármacos con más o menos éxito para disminuir alguno de los síntomas de la enfermedad.
El uso de estos fármacos dependerá de la decisión de cada médico.
Algunos prefieren no prescribir ningún fármaco, por la poca efectividad que aportan en relación de los posibles efectos secundarios, otros optan por prescribir alguno de ellos, a baja dosis y con revisiones periódicas al paciente para su regulación. Desgraciadamente, en muchos casos se produce un exceso de prescripción farmacológica y sin un seguimiento adecuado, lo que conlleva que haya un alto número de pacientes con síndrome de Fatiga Crónica polimedicados y/o farmacodependientes.
Los fármacos más utilizados en el síndrome de fatiga crónica son:
- Antidepresivos. Mejoran la calidad del sueño, el bienestar general y en el nivel del dolor global en torno a un 30% de los pacientes.
- Antiinflamatorios. Pueden disminuir ligeramente el dolor, pero son poco efectivos.
- Antiepilépticos. Reducen el dolor neuropático en torno a un 30% de los pacientes. Es importante ajustar muy bien la dosis para disminuir los efectos secundarios.
- Antibióticos. En los casos en los que aparezca una infección bacteriana.
- Otros, como analgésicos, benzodiacepinas, relajantes musculares… Con relativa eficacia de forma temporal. No deben tomarse durante tiempo prolongado.
- La melatonina suele prescribirse para mejorar la calidad del sueño.
Cambios en la dieta
El aspecto nutricional cada vez cobra más importancia. El principal objetivo es mejorar los síntomas digestivos como intestino irritable, permeabilidad intestinal, intolerancias alimentarias (principalmente al gluten) o disbiosis, aunque en la práctica se observa que se mejora también la fatiga y otros síntomas. Además, algunos suplementos alimentarios que aportan nutrientes y antioxidantes se han demostrado eficaces en la disminución del dolor y la fatiga (magnesio, vitaminas B12, C, D…)
Estos síntomas digestivos deben ser tratados por el médico especialista y el cambio de dieta debe ser realizada por un especialista en nutrición, dietética y síndrome de fatiga crónica para evitar estados de desnutrición.
No existe una dieta específica, ya que cada persona puede tener distinta sintomatología y gravedad.
Realización de ejercicio adaptado
Los pacientes con el síndrome de Fatiga Crónica suelen tener muy poca actividad, hecho que desencadena desuso y atrofia muscular. En algunos casos, dependiendo del grado de gravedad del síndrome de Fatiga Crónica, un ejercicio leve, y siempre guiado por un profesional puede ser beneficioso. Se consigue disminuir el dolor, mejorar el estado de ánimo, mejorar la calidad del sueño. Pero es importante tener en cuenta que:
- Existen cuatro grados del síndrome de Fatiga Crónica Encefalomielitis Miálgica: leve, moderada, grave y muy grave. En los casos graves o muy graves NO ES RECOMENDADO EL EJERCICIO FÍSICO de ningún tipo.
- Si la persona afectada está en un momento de crisis o lleva mucho tiempo con la enfermedad sin un tratamiento adecuado, es posible que el estado de incapacidad en el que se encuentre le impida hacer cualquier tipo de ejercicio. El tratamiento multicisplinar tiene en cuenta esta situación y se prescribirá el ejercicio cuando este pueda llevarse a cabo.
- Una persona con síndrome de Fatiga Crónica no puede hacer cualquier tipo de ejercicio. Este debería ser adaptado a la enfermedad y a la persona en particular y guiado por un técnico deportivo especializado.
El tipo de ejercicio que más puede adaptarse, por ser más moderados, en síndrome de Fatiga Crónica son: caminar, yoga terapéutico y ejercicio adaptado.
Intervención psicológica
Puesto que es una enfermedad crónica y sin un tratamiento curativo, es importante incluir en el tratamiento multidisciplinar el aprendizaje de técnicas de afrontamiento y gestión de la enfermedad.
Además, ya hay varios estudios que indican que la implementación de terapias psicológicas de tercera generación, como la práctica dirigida de mindfulness, ayudan a la disminución de los síntomas.
Rehabilitación
Mediante fisioterapia u osteopatía, que ayuda tratando las contracturas y la rigidez muscular, fascial y articular.
Como en los aspectos anteriores, es importante que los tratamientos sean realizados por técnicos especializados en personas con síndrome de Fatiga Crónica, ya que los masajes convencionales pueden agravar mucho la fatiga.
Reducir el malestar postesfuerzo
El malestar postesfuerzo es el empeoramiento de los síntomas después de hacer hasta un mínimo esfuerzo físico, mental o emocional. Suele haber un empeoramiento de los síntomas entre 12 y 48 horas después de la actividad y puede durar días o semanas.
El malestar postesfuerzo se puede controlar con la gestión de la actividad que se realiza, aprendiendo a equilibrar el descanso y la actividad para evitar el agotamiento.
Para conseguirlo es muy importante conocer los límites personales de actividad mental y física y después, planificar la actividad y el descanso para mantenerse dentro de esos límites. Esta forma de dosificar la actividad se denomina “pacing” y es una herramienta esencial para prevenir o reducir la fatiga postesfuerzo.
Los diarios de actividades y los monitores de actividad y frecuencia cardíaca son útiles para que los pacientes entiendan cuándo están sobrepasando sus límites energéticos específicos. A pesar de estos apoyos, el pacing es complicado y es inevitable que haya recaídas, sobre todo porque la tolerancia a la actividad puede variar de un paciente a otro y de un día a otro.
Acudir a una asociación de pacientes
Las asociaciones tenemos un papel importante en el alivio de los síntomas, ya que una información adecuada, actualizada y veraz puede ayudarte a convertir a la persona afectada en un “paciente experto”, que le ayudará a manejar mejor emocional y físicamente la situación por la que está pasando.
Hablar con personas que están viviendo lo mismo que tú puede ayudarte a entender mejor la enfermedad.
En AFIBROM desarrollamos multitud de actividades encaminadas a mejorar la calidad de vida de las personas con síndrome de Fatiga Crónica, a dar visibilidad a la enfermedad en el ámbito sociosanitario y jurídico y a promover la investigación.
Otros tratamientos
Lo descrito anteriormente se engloba dentro de un tratamiento multidisciplinar. A pesar de ser el tratamiento recomendado por los expertos, resulta muy complicado encontrar un lugar donde se realice de forma adecuada.
Hay muchos otros tratamientos que se ofrecen en la sanidad pública o privada para mejorar los síntomas de la enfermedad. Es recomendable rechazar determinadas terapias que no han sido sometidas a estudios relevantes y que habitualmente son presentadas mediante técnicas de publicidad engañosa.