La mayoría de las mujeres viven la experiencia del embarazo con entusiasmo y alegría, sin embargo, en las mujeres con fibromialgia (FM) el embarazo puede provocar un sentimiento de misterio y miedo. Por un lado, miedo a como el embarazo puede afectar a su enfermedad y por otro, miedo a como su enfermedad puede afectar a su futuro hijo.
La FM es una enfermedad crónica que se caracteriza por dolor musculoesquelético generalizado con una exagerada respuesta al dolor en ciertas zonas y que se relaciona con una gran variedad de síntomas, entre los que destacan trastornos del sueño, fatiga, rigidez, ansiedad, dolor de cabeza, dismenorrea y depresión entre otros. La etiología de la FM no está claramente definida, pudiendo estar involucrados factores genéticos, inmunes y hormonales así como alteraciones en las vías del dolor del SNC que implican los sistemas de la serotonina y la dopamina.
La edad media de diagnóstico de la FM es de 50 años, pero cada vez se están diagnosticando mujeres a edades más tempranas, planteándose así preguntas sobre el embarazo y sus posibles complicaciones. Muy pocas investigaciones se han realizado sobre la FM y el embarazo, de tal forma que se sabe poco. Por ello, las mujeres pueden tener dificultades a la hora de tomar decisiones reproductivas y planificar la asistencia adecuada durante el embarazo.
RIESGOS
No se ha demostrado claramente que la FM suponga un aumento del riesgo de aborto o de complicaciones para el recién nacido con respecto a la población general, aunque si se ha reportado un artículo en Israel en el que había un aumento del riesgo de abortos de repetición y bajo peso al nacer en la pacientes con FM. Lo que sí se ha visto es, que en las pacientes diagnosticadas de FM presentan menor número de embarazos, en relación probablemente al miedo que genera el propio embarazo y a las molestias que puedan suponer las relaciones sexuales.
SÍNTOMAS
Con respecto a como los síntomas de la FM se ven afectados por el embarazo, existen dos teorías: una indica que los síntomas de la FM empeoran y otra que los síntomas mejoran. El estudio con más repercusión a favor del empeoramiento fue realizado en Noruega en 1997. Los datos obtenidos evidenciaron que los síntomas como el dolor, la rigidez y la fatiga se incrementaban durante el embarazo, sobre todo en el tercer trimestre y en los tres meses siguientes al parto. Sin embargo, es importante recalcar, que, a pesar de ello, de las 28 mujeres incluidas en el estudio, todas, menos una, animaban positivamente a otras mujeres con FM a quedarse embarazadas. Además las mujeres que habían experimentado varios embarazos no describían ningún incremento en la severidad de los síntomas comparando con el primero. En relación al parto, no hubo diferencias significativas en el manejo del mismo, en la duración ni en la necesidad de uso de fórceps o cesárea.
Por otra parte, muchos testimonios de pacientes y algunas declaraciones de médicos, sostienen que los síntomas de la FM tienden a mejorar, e incluso desaparecen durante el embarazo. Muchas mujeres embarazadas refieren que las nauseas matinales y los vómitos habían cesado y que se sentían mejor que antes de quedar embarazadas. Esto, en parte, se explicaría por cambios hormonales y bioquímicos que ocurren durante el embarazo, como son la importante liberación de la hormona relaxina por parte del ovario y de la placenta, que produce una relajación de los ligamentos del cuerpo, y el aumento en la producción de hormona del crecimiento (una hormona deficiente en las personas con FM), que interviene en la reparación y restauración de los daños en los músculos y tejidos durante la vida diaria.
LACTANCIA
Algo más se ha investigado sobre la relación entre la FM y la lactancia. Muchas publicaciones apuntan hacia que la mujeres con FM tienen una lactancia más corta. Esto no es debido a una menor cantidad de producción o a una menor calidad de la leche, sino que es debido a las dificultades que surgen en la técnica con la reaparición del dolor y la imposibilidad de tomar ciertos medicamentos. Esto no quiere decir que las madres que tienen FM no puedan dar lactancia materna, sino que tendrán que tener en cuenta que las recomendaciones que se hacen de manera habitual tienen que intentar cumplirlas más estrictamente. Los primeros días de la lactancia materna son duros para muchas mujeres sin estar enfermas, por eso una de las cosas más importantes es la motivación, el convencimiento de que la lactancia materna es el mejor alimento para el bebe. De hecho en ciertos países donde culturalmente está bien extendida la lactancia materna no se han encontrado diferencias en cuanto a la duración de la lactancia en mujeres con y sin FM. Las recomendaciones más importantes para lograr una buena técnica y por tanto, una lactancia satisfactoria, son: estar relajada lo máximo posible, tanto desde el punto de vista físico como psicológico; asegurarnos que el bebe está realizando un buen agarre, para así evitar la aparición de grietas y dolor; y asegurar una postura cómoda en la que la madre no sienta inseguridad ni peligro para el bebé, para ello se pueden usar cojines de lactancia que mantienen el peso y la cabeza del bebé bien apoyados y nos permiten no tener que hacer un mayor esfuerzo físico, se puede incluso amamantar en la cama, aprovechando el momento para descansar.
Si pese a los intentos de una lactancia materna ésta no es posible por la reaparición de síntomas que precisan tratamiento, es importante pensar que el bebé necesita una madre en las mejores condiciones posibles para cuidarlo y que la leche artificial les aporta todos los nutrientes necesarios para crecer sanos, es decir, hay que huir del sentimiento de culpabilidad que tienen muchas mujeres que habiendo decido dar el pecho luego no les es posible por diferentes motivos. La pareja y los familiares próximos tienen que servir de apoyo a las mujeres y nunca emitir enjuiciamientos sobre las decisiones tomadas por ella.
CADA CASO ES ÚNICO
Desde un punto de vista más personal y sin dejar de lado la escasa evidencia científica publicada que, como hemos dicho, apunta a que las personas con FM pueden presentan un embarazo más complejo que el resto de mujeres sanas, no podemos olvidarnos, que mujeres sin ningún tipo de enfermedad crónica, pueden padecer también estos síntomas de una manera llamativa. De hecho si hablamos de nauseas, vómitos, fatiga, alteraciones del sueño, parestesias en extremidades y sensación de adormecimiento de las manos, cefaleas, lumbalgia, etc. podríamos estar hablando tanto de la FM como del embarazo de curso normal, con una diferencia a favor de la pacientes con FM, que los síntomas son conocidos y habitualmente saben como manejarlos con medidas conservadoras. Además el vivenciar estos síntomas como resultado del embarazo y no de la enfermedad, ayuda también a normalizar este experiencia, junto con una dieta saludable y un ejercicio físico regular que incluya estiramientos (yoga, pilates, etc).
PARTO
En cuanto al miedo hacia el dolor del parto, hoy en día la analgesia epidural está ampliamente extendida y permite un control bastante bueno del dolor, ayudando así a disfrutar de un momento tan especial como es el nacimiento de un hijo.
Para finalizar, simplemente decir que no hay que perder el fin último del embarazo y del parto, que es el nacimiento de un hijo. Ningún otro dolor tiene ese premio tan gratificante.