Seguimos con las investigaciones en torno a nuestras enfermedades (al final del post tenéis toda la info de cómo apuntaros al estudio). La encefalomielitis miálgica o síndrome de fatiga crónica (EM/SFC) afecta aproximadamente al 1 % de la población general. Es una enfermedad crónica, incapacitante y multisistémica para la que no existe un tratamiento eficaz. Esto probablemente esté relacionado con el conocimiento limitado sobre su origen.
Diversas investigaciones en pacientes con EM/SFC han demostrado la presencia de biomarcadores potenciales que indicarían una función inmune inadecuada y signos de autoinmunidad. Así como, alteraciones en las células NK, perfiles de citoquinas y en la capacidad de respuesta de las células T. Por todo ello, planteamos la siguiente hipótesis: los enfermos de EM/SFC podrían tener una inmunodeficiencia adquirida debido a una alteración en la activación de los linfocitos T CD4 causada por una disminución en la presentación antigénica HLA-II, como consecuencia de una debilidad genética para controlar patógenos intracelulares, como el virus de Epstein-Barr (VEB).
En el estudio “Epstein-Barr Virus and the Origin of Myalgic Encephalomyelitis or Chronic Fatigue Syndrome” recientemente publicado en la revista Frontiers of Immunology hemos intentado resumir el conocimiento actual sobre la patogenia de la EM/SFC y la inmunopatobiología de la infección por el virus de Epstein-Barr.
El VEB es un virus que infecta sobre todo a las células B y que genera latencia en esas células para poder sobrevivir durante toda la vida de la persona que ha infectado. Es decir, este virus nunca se elimina completamente del organismo, debido a que estas células con latencia de VEB presentan unos mecanismos de defensa que impiden ser reconocidas y eliminadas por los linfocitos T. Las células T son de vital importancia para controlar estas células con latencia y las infecciones virales, ya que son los “policías” de nuestro organismo.
Así, cuando estas fallan en su respuesta/activación, pueden generar diferentes tipos de inmunodeficiencias. Además, estas células T necesitan que otras células les presenten “trocitos” del virus o proteínas de latencia viral para poder actuar y reconocer qué células están infectadas/latencia y cuáles no. Esta presentación de los “trocitos” del virus o de proteínas de latencia lo hacen mediante una molécula llamada Antígeno Leucocitario Humano (HLA), que se encuentra presente en la superficie de las células. Esto lo usan para comunicarse entre ellas para que los policías (células T), puedan saber qué células están sanas (sin infección viral) y cuáles no. Si estas moléculas de HLA presentan mal los “trocitos”, pueden causar desde una inmunodeficiencia (e incluso cáncer) al no activar a los policías, hasta enfermedades autoinmunes donde se presentan proteínas de células sanas como proteínas extrañas que deben ser eliminadas, provocando que los policías se confundan y ataquen estas células sanas.
Es debido a que puede haber una alteración genética en las moléculas (HLA) que presentan los “trocitos”, que provoque esta inmunodeficiencia e incluso autoinmunidad. Añadir a lo anterior, que estas moléculas de HLA son importantes a nivel inmunológico ya que permiten identificar qué proteínas son del organismo y cuáles son extrañas para que puedan atacarlas los policías. Estas moléculas presentan una gran variabilidad genética en la población, debido a que han evolucionado respecto a los distintos patógenos que hay en nuestro entorno y a su vez los patógenos han evolucionado para evadir estas moléculas HLA, para que no sean reconocidos por el sistema inmunológico. Por esta razón, aquellas personas con alelos antiguos de moléculas de HLA, a los cuales el VEB se ha vuelto más resistente, desarrollarán patologías asociadas al VEB.
Dadas las similitudes entre las enfermedades autoinmunes asociadas a este virus y el cáncer en términos de vigilancia deficiente de las células con latencia del VEB por parte de las células T, aumento de las células infectadas por el VEB en la sangre periférica y aumento de los anticuerpos contra el VEB, planteamos la hipótesis de que podría haber una etiología común generada por las células con latencia de VEB que escapan a la vigilancia inmunológica. Una de las principales razones por las que el VEB está implicado en estas enfermedades es porque une su glicoproteína 42 (proteína de su envoltura que necesita para infectar a las células B), al HLA de clase II de los linfocitos B y tras su fusión con la membrana plasmática de la célula B, permanece unido al HLA-II.
Además, los principales alelos de predisposición genética que se relacionan con las enfermedades autoinmunes provocadas por el VEB, son los alelos DRB1 y DQB1 del HLA-II. Al infectar las células gp42, se une concretamente al dominio β1 de la cadena β del HLA-II de la célula B. Por lo tanto, si están presentes “alelos antiguos” susceptibles al VEB, dado que el VEB ha evolucionado a lo largo de los años contra estos alelos, es entonces cuando se desarrolla una enfermedad asociada al VEB. Por esta razón, planteamos que dentro de EM/SFC podría existir un subgrupo de pacientes con alelos DRB1 y DQB1 que podrían conferir mayor susceptibilidad al VEB, donde los mecanismos de evasión inmunitaria generados por las células con latencia inducen una inmunodeficiencia.
A nivel de tratamiento contra este virus ni los antivirales ni el rituximab son totalmente efectivos porque no eliminan todas las células con latencia del VEB y por tanto, no servirían para curar estas patologías. Otra cosa es que estos tratamientos se usen de forma crónica y puedan reducir algunos síntomas al reducir la carga viral y algunas células B que podrían estar infectadas. El problema del rituximab es que no es específico para todas las células con latencia de VEB, por lo que también puede inmunosuprimir al eliminar las células B sanas e infectadas. En consecuencia, proponemos nuevos esfuerzos para investigar si otras terapias anti-VEB podrían ser efectivas en pacientes seleccionados con EM/SFC.
Actualmente ya está todo casi preparado para poder demostrar esta hipótesis y empezar con el estudio de EM/SFC en el CIMA de la Universidad de Navarra. Hemos empezado a reclutar pacientes para el estudio. Aquellas personas interesadas en participar, deben cumplir los siguientes criterios:
- Mayor o igual a 18 años de edad.
- Diagnosticado de EM-SFC por un médico.
- Presentar anticuerpos contra el virus de Epstein-Barr (IgGs VCA o EBNA).
- Que el inicio de la enfermedad lo atribuya a una infección viral.
- No tener serologías positivas a Borrelia burgdorferi (No tener enfermedad de Lyme).
Si cumple estos criterios y está interesado en participar contacte con nosotros a través del siguiente correo:
Aquellos que sean seleccionados se les comunicará por correo qué días pueden ir al hospital a hacer la entrevista con el médico y qué documentos médicos deben llevar a dicha consulta. Las analíticas y las entrevistas con el médico se podrán hacer tanto en la Clínica Universidad de Navarra de Madrid como en la de Pamplona.