Una vez que se ha diagnosticado la enfermedad, te preguntarás qué tomar para combatir el síndrome de fatiga crónica.
El tratamiento tiene que realizarse por un médico especialista en la enfermedad que valorará en cada caso individual prescribir lo que cada paciente de forma individual necesite. El tratamiento ideal es multidisciplinar e incluye:
– fármacos
– cambios en la dieta
– realización de ejercicio adaptado
– intervención psicológica
– rehabilitación
– Reducir el malestar postesfuerzo
– acudir a una asociación de pacientes
En cuanto a qué tomar para combatir el síndrome de fatiga crónica, existen fármacos y suplementos que pueden ayudar a mejorar los síntomas de la enfermedad, pero es importante tener en cuenta que cada paciente es diferente a otro, los síntomas pueden ser variables y pueden existir enfermedades comórbidas. Por estas razones, será el médico especialista el que valore si es conveniente tomar un determinado fármaco o suplemento y su dosis. Los pacientes no deben automedicarse.
Actualmente no existe ningún fármaco aprobado por la Agencia del medicamento para el tratamiento de la fibromialgia. A pesar de ello, se utilizan varios fármacos con más o menos éxito para disminuir alguno de los síntomas de la enfermedad. El uso de estos fármacos dependerá de la decisión de cada médico. Algunos prefieren no prescribir ningún fármaco, por la poca efectividad que aportan en relación de los posibles efectos secundarios, otros optan por prescribir alguno de ellos, a baja dosis y con revisiones periódicas al paciente para su regulación. Desgraciadamente, en muchos casos se produce un exceso de prescripción farmacológica y sin un seguimiento adecuado, lo que conlleva que haya un alto número de pacientes con síndrome de fatiga crónica polimedicados y/o farmacodependientes.
Los fármacos más utilizados en el síndrome de fatiga crónica son:
– Antidepresivos. Mejoran la calidad del sueño, el bienestar general y en el nivel del dolor global en torno a un 30% de los pacientes.
– Antiinflamatorios. Pueden disminuir ligeramente el dolor, pero son poco efectivos.
– Antiepilépticos. Reducen el dolor neuropático en torno a un 30% de los pacientes. Es importante ajustar muy bien la dosis para disminuir los efectos secundarios.
– Antibióticos. En los casos en los que aparezca una infección bacteriana.
– Otros, como analgésicos, benzodiacepinas, relajantes musculares… Con relativa eficacia de forma temporal. No deben tomarse durante tiempo prolongado.
En muchos casos se recomiendan, además, suplementos, bien por que exista déficit de estos en la sangre del paciente o porque son útiles pala paliar algunos síntomas.
Los suplementos más recomendados son:
– La melatonina suele prescribirse para mejorar la calidad del sueño.
-Vitaminas en general, y concretamente vitaminas del grupo B, B12, C, D y E.
– Para los síntomas digestivos, dependiendo de cada caso: enzimas digestivos, glucosamina y probióticos.
– Otros como: serotonina, Omega 3, Coenzima Q10, NADH y Magnesio.