En teoría, la definición de acompañar es de ejecución fácil: significa estar con una persona o ir junto a ella. Visto así parece sencillo pero la vida es más complicada.
Si la persona que tenemos que acompañar presenta una enfermedad crónica como la fibromialgia, se nos puede hacer más cuesta arriba: es normal.
Empecemos por algo muy lógico, pero que no nos planteamos. El ser humano parece estar programado para ejecutar, para actuar, pero no nacemos sabiendo acompañar este tipo de situaciones que se salen de nuestra rutina o nuestra zona de confort.
Pero hay un principio básico para los que acompañan: lo hacen lo mejor que saben.
Dicho esto, ¿qué más podemos hacer? O, ¿por dónde empezar?:
- Aceptar la enfermedad. Esto supone conocer cómo afecta la fibromialgia en nuestro día a día. Internet nos pone a disposición mucha documentación que debemos saber filtrar y comprobar siempre la fuente.
- Asumir limitaciones. Va a haber renuncias, en algunos casos muchas. Aparece un elemento nuevo en la familia y debemos adaptarnos a él. Es un punto importante: la familia como sistema se enfrenta a múltiples cambios a lo largo del ciclo vital; la manera en la que cambia para adaptarse es lo que hará más fácil el camino. La flexibilidad es nuestra aliada.
- Empoderar al paciente siempre será mejor que sobreprotegerlo. En esto nos ayudará mucho conocer cómo afecta la enfermedad a nuestro familiar y desde ahí impulsarle y animarle. Si nos vemos capaces nuestra autoestima aumentará y también nuestro ánimo y nuestras ganas de vivir.
- Será importante buscar nuevas formas de disfrute en familia. Sabemos que los ritmos cambiaran, por eso el ocio se entenderá de otra manera. Habrá que dar más importancia a la organización y los tiempos. Por ejemplo: si nos gusta el senderismo puede que debamos de buscar rutas más accesibles, planear más paradas, revisar el tiempo…
- La enfermedad no define a la familia. Es bueno verla como un objeto externo al que la familia se debe enfrentar unida.
En todo este proceso siempre es bueno contar con apoyo, el ser humano es social, necesita del otro. Como en la mayoría de las enfermedades crónicas, el vernos identificados en otros, ayuda. Los problemas no se resuelven sólo por contarlos, pero probablemente la carga o la perspectiva sí pueden cambiar.
Nadie quiere tener fibromialgia, nadie elige estar enfermo, pero puede ser una experiencia de aprendizaje y unión. Como familia tenemos la oportunidad de que la persona a la que acompañamos sienta el calor y la comprensión. Se puede vivir la sensación de conseguir algo valioso como es unirse contra la enfermedad, puede ser un momento de unión familiar que mejore las relaciones y haga que nos sintamos agradecidos por poder estar e ir juntos en este recorrido.